En el Tahuantinsuyo existió un gran número de divinidades que vivían en el cielo y en la tierra. Estas se comunicaban con los sacerdotes para que ellos, a su vez, transmitan sus designios a los hombres. Como los hombres eran temerosos de los dioses y querían tenerlos siempre de su lado, les entregaban ofrendas cada cierto tiempo. Estas consistían en hojas de coca , maíz, papa y sacrificios de animales y de personas.
EL SOL: También llamado Inti, era el dios más importante por ser considerado el padre del Inca y el dios protector. Los Incas lo adoraban porque era el que daba luz a la tierra, permitiendo que esta produzca alimentos que den vida, salud y paz a los hombres.
WIRACOCHA:
PACHAMAMA: Era la madre tierra, la que producía los alimentos. Se le representaba como una niña pequeña y, como tal, le ofrendaban ropas pequeñas, a su medida.
PACHACÁMAC: Era un dios que vivía en las profundidades de la tierra y que era tan fuerte que podía producir terremotos. Era muy temido y venerado y su santuario se encontraba en el valle de Lurín, al sur de Lima.
MAMÁ QUILLA: Es la Diosa Luna esposa del Inti hija del Viracocha, también diosa del matrimonio, ciclo menstrual considerada protectora de las mujeres.
Para saber más...
La mayor fuente de alimentación está en el mundo vegetal.
Los incas, en la antigüedad, realizaban ritos y
fiestas especiales para agradecer a la “Pachamama” (la madre tierra) por todos
los productos que les brindaba y que aprovechaban de muchas maneras.
Después de limpiar bien los productos que cosechaban, los guardaban para que pudieran alcanzar para todos, inclusive en las épocas de sequía y escasez.
Cuidaban mucho la tierra, dejándola descansar después de cada cosecha.